
Rompiendo barreras: mi vida como persona ciega en un mundo digital
Soy Estela y perdí la vista a los 33 años. Hoy, con 48, mi vida gira en torno a la tecnología, la accesibilidad y la lucha por la autonomía en un mundo que no siempre está preparado para recibirnos. Vivo con mi esposo, que también es ciego, y aunque contamos con el apoyo de nuestra hija, ella está en otra ciudad. Nuestra independencia depende, en gran medida, de herramientas digitales, pero la falta de accesibilidad sigue siendo un obstáculo constante.
La accesibilidad en el mundo digital es un camino lleno de retos
Las aplicaciones que en teoría nos facilitan la vida muchas veces nos la complican. Recuerdo cuando empezamos a usar la app de PedidosYa. Al principio funcionaba bien, pero tras una actualización, se volvió un dolor de cabeza: el foco no entraba en la casilla para seleccionar la cantidad de productos. Tras 15 o 30 minutos de intentos fallidos, terminábamos desistiendo, frustrados y agotados.
Esto nos obliga a recurrir a la ayuda de vecinos, lo que nos hace sentir dependientes cuando el objetivo de la tecnología debería ser precisamente el contrario. Situaciones similares se repiten en otras plataformas: Mercado Pago, por ejemplo, eliminó la lista de contactos para transferencias, haciéndola inutilizable para nosotros hasta que, gracias a la comunidad de tecnología para ciegos, descubrimos que era un error de actualización. Hicimos el reclamo y la empresa lo solucionó, demostrando que nuestras voces pueden generar cambios.
La batalla por obtener menús accesibles en los restaurantes…
El acceso a la información no solo afecta nuestra vida digital, sino también la cotidiana. En Santa Fe, trabajamos junto a la asociación gastronómica y hotelera y la municipalidad para crear y testear cartas de menú accesibles con códigos QR. La idea era excelente: digitalizar las cartas para mejorar la higiene durante la pandemia. Pero, al probarlas, descubrimos que no eran funcionales para lectores de pantalla.
Nos reunimos con los diseñadores de estas páginas y les explicamos cómo mejorar la accesibilidad: etiquetar correctamente imágenes, evitar carruseles inútiles y priorizar la lectura lineal. Sin embargo, las respuestas no siempre fueron favorables. El diseño atractivo y colorido primaba sobre la inclusión, mostrando que la accesibilidad sigue siendo una asignatura pendiente en el diseño web.
Las redes sociales también presentan sus propios desafíos. En LinkedIn, los carruseles no son accesibles; en Twitter, la accesibilidad es limitada; y en Instagram y Facebook, las historias y reels suelen ser un misterio para nosotros. Muchas personas y negocios están dispuestas a agregar descripciones a sus publicaciones, pero aún falta conciencia sobre cómo hacer esto de manera efectiva.
Redes Sociales: un espacio aún excluyente

Las redes sociales también presentan sus propios desafíos. En LinkedIn, los carruseles no son accesibles; en Twitter, la accesibilidad es limitada; y en Instagram y Facebook, las historias y Reels suelen ser un misterio para nosotros. Muchas personas y negocios están dispuestas a agregar descripciones a sus publicaciones, pero aún falta conciencia sobre cómo hacer esto de manera efectiva.
La falta de etiquetado en botones también es un problema. En aplicaciones como las de transporte público, no siempre sabemos dónde hacer clic para conocer los horarios de los colectivos. La solución es simple: etiquetar los botones correctamente, pero muchas plataformas siguen sin hacerlo.
La discapacidad no nos define
Uno de los mayores retos es cambiar la percepción de la sociedad sobre la discapacidad. Ser ciego no es motivo de pena ni de admiración exagerada. No necesitamos ser «héroes» ni «pobrecitos»; solo buscamos igualdad de oportunidades. La diversidad es lo que enriquece al mundo, y la accesibilidad no debería ser una lucha, sino un estándar. Aprendemos todos los días a derribar barreras, pero también necesitamos que el resto de la sociedad aprenda a construir un mundo más inclusivo. No se trata de adaptarnos a un sistema que no nos contempla, sino de transformar ese sistema para que nos incluya a todos.
No somos robots ni seres invisibles. Somos personas que queremos vivir con autonomía y dignidad. Y aunque el camino no siempre es fácil, seguiremos rompiendo esquemas y demostrando que la accesibilidad es un derecho, no un favor.

Autor: Estela Lucía Cejas | Tester de Accesibilidad Web y Braille | Argentina.
«Solo trabajando juntos podemos lograr que el mundo de la tecnología sea inclusivo para todos, y esto solo se logra con programadores que contemplen la accesibilidad y que no solo se queden anclados al diseño de las páginas web, ser empáticos en el mundo tecnológico es saber reconocer la diversidad en su totalidad».
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